26 enero 2015

Suma perfecta

Una historia de amor

Esta foto forma parte del álbum de mis últimas vacaciones, a primeros de diciembre. Estuve en Lanzarote, mi paraíso. Es la tercera vez que voy allí, así que puedo decirlo sin miedo a equivocarme. Es mi descanso del guerrero. Y eso que no voy precisamente a eso, sino en busca del sol y las buenas temperaturas para poder correr y andar en bici sin ir forrada de ropa. Este año, también iba a nadar... o algo parecido.

Como es un lugar que ya conozco, no voy con la presión de visitar esos lugares imprescindibles, ni de fotografiarlo todo. Esta vez, de hecho, usé la cámara muy poquito... Para ser yo, quiero decir, que soy fotógrafa impulsiva y compulsiva. En uno de esos paseos, paramos en El Golfo, el pueblo del archiconocido Lago de los Clicos, donde los camareros se juegan la vida para servir las mil y un terrazas que han instalado los bares y restaurantes al otro lado de la carretera. Tienen que cruzarla sorteando el tráfico y a los peatones, que son muchos, sobre todo a mediodía.

La LZ-703 muere al final del municipio. Allí hay un pequeño aparcamiento donde también puedes dar la vuelta. Al otro lado, está la playa, negra. Y el mar, hipnótico. Hice esta foto justo allí. Alguien había bajado al arenal y había lanzado un avión de papel en el que antes había escrito dos nombres. Alfred y Theresia. En una esquina también se lee la web de una cadena de hoteles de lujo alemana.

Me puedo imaginar a Alfred y Theresia en Lanzarote, sonrientes, algo achispados por la cerveza, desafiando el frío de su ciudad de origen en tirantes y, seguramente, oliendo a un protector solar que no se aplican todo lo que deberían, a juzgar por su piel escarlata en escote, cuello y hombros. Me pregunto que harán ahora, en estos momentos, Alfred y Theresa. Y si se acordarán de este avión de papel que lanzaron con la suma perfecta de sus nombres.

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