05 febrero 2014

2014

Llevamos más de un mes de un año nuevo y yo todavía no he escrito mis propósitos ni me he comprado una agenda nueva. La pereza, supongo. Y que tampoco he encontrado la libretita definitiva -que luego dejaré deliberadamente olvidada en una balda de la habitación pero me seguirá pareciendo preciosa-.

Sin embargo, creo que ha llegado el momento de organizar qué quiero conseguir en los próximos doce meses. Así que allá voy (aunque luego no lo cumpla ni el primer día). Y que nadie se sorprenda. Hay de todo y muchos lugares comunes porque sí, yo soy así, una oveja más del rebaño a la que, a veces, le salen manchas negras.

- Ser más constante con los blogs. Me lleva tiempo, pero tengo que hacerlo. No por obligación ni por los que me leéis (que a estas alturas dudo que seáis muchos), sino por mí. Porque ambos espacios me sirven para limpiar el cielo de nubes grises y ver mucho mejor los caminos que se abren frente a mí. Con La cocina... soy algo más disciplinada, aunque creo que todavía puedo mejorarlo mucho. Pero con éste soy un absoluto caos y si no escribo no es por falta de historias, precisamente. A lo mejor, eso sí, no todas requieren un desarrollo de tres párrafos. Ya veremos.



- Sacudirme la pereza y seguir corriendo. Sí, después de hacer los 10k de San Sebastián (que acabé muy por debajo de lo que yo misma esperaba), he continuado zapateando. De hecho, me fui de vacaciones a Lanzarote para seguir corriendo en manga corta y el último finde del año hice mi primera carrera de 12k (que completé a buen ritmo). En marzo ya me he apuntado a mi primera media maratón. Así que no tengo excusas para no salir a entrenar.



- Aprender a andar en bici con calas... y sin caerme. Después de mi fallido y desastroso intento de agosto con mi bici de montaña no he querido saber nada del asunto. Pero no puedo esconderme más. Sobre todo porque en unos días llegará mi gran regalo de Reyes: una bici de carretera. No sé cómo se me dará el asunto, pero habrá que intentarlo. Al fin y al cabo, el día que alquilamos una en La Santa para mí me lo pasé de miedo. No veo porque no podría repetirse en casa.



- Ser capaz de conducir. Ajá, tengo carnet desde hace más de once años y solo he cogido un coche en contadas ocasiones. La última vez, hace casi seis años. Ahora puedo decir que no tengo ni idea de llevarlo. Me falta mucha seguridad. Así que habrá que dar unas clases en alguna autoescuela para poder llevar a Sato... o el que sea. Y esto debería ser más pronto que tarde. Porque esta batalla es muy vieja: es el lastre de un pasado muy feo del que he conseguido despegarme y al que ahora solo me une esto. Además, si pueden hacerlo otros, ¿por qué no yo?



- Cambiar mi política de compra de ropa. Con la de deporte ya lo he hecho: mejor menos cantidad pero buena. Sin embargo, con la de vestir sigo llevándome dos camisetas que me duran sin agujeros dos lavados en vez de cogerme una mejor, con más estilo, aunque me cueste más del doble. Habrá quien piense que es absurdo, porque las modas pasan cada vez más rápido, pero echando un vistazo a mi armario, sigo poniéndome cosas de hace cinco sin que den el cante, luego no soy una 'fashion victim' de manual, así que eso no me preocupa. Ahora, tampoco voy a perder la cabeza: ¿cuándo va a estallar la burbuja de los precios en el sector textil?



- Sonreír más (y ser más positiva). Me cuesta mucho porque le doy mucha importancia a cosas que debería relegar a otros lugares en mi escala de preocupaciones. A veces me cuesta aceptar algunas. En otras ocasiones me llevan los nervios (o los demonios, como dicen en mi familia). Pero no puede ser así. Sé quién soy y cómo soy. Y no creo que esté tan mal. Tengo gente que me quiere mucho, y a la que yo he elegido. Y otros que no tanto, y que me han tocado. Es lo que hay. Hay males necesarios.

- Hacer cosas que me gusten. Parece una perogrullada, pero no lo es. Nunca encuentro tiempo para apuntarme a esos talleres o cursos que me gustan. Muchas veces porque no me planifico mis días libres. Por pereza o por procrastinación. Y eso no puede ser. Porque me encierro en mi castillo y no abro ni las ventanas. Y en esta vida se necesita luz y que el viento te golpee la cara de vez en cuando.



- Leer más. Siempre he sido una gran lectora. Desde muy niña. Era capaz de atender a la tele y a la vez devorar libros infantiles. Ahora me cuesta. Creo que me pasa factura el hecho de pasarme todo el día leyendo cosas en el trabajo. Y como salgo de currar de madrugada, meterte a la cama con un libro es complicadísimo. Leo dos páginas y se me cae encima. Luego, durante el día, la vorágine de las cosas por hacer me pone difícil sacar tiempo. Pero algo tendré que hacer, aunque solo lea dos páginas al día. Pero piedra a piedra se hizo la pirámide.



Algunos ya he empezado a cumplirlos. Veamos lo que me dura. Pero soy bastante cabezota, así que si me lo propongo en serio será difícil que se me resistan.

1 comentario:

Gonzalo dijo...

Me encanta lo bien que desgastas las zapatillas :)

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